15 de julio de 1998

El monumento, el kiosco y la campana

Artículos secundarios - No. 195 / Julio 1998
No. 179 / Enero 1995 - No. 212 / Diciembre 1999

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El monumento en 1998, de noche


El monumento del nuevo siglo

Escazú es tal vez, el pueblo más agradecido del mundo. Un extraño monumento levantado en 1901 sirvió para hacer formal agradecimiento a Jesucristo Dios Redentor de la humanidad por el favor de dejarlos pasar sin penas ni calamidades de un siglo al otro.

Ni todos los hechizos de las brujas, reunidos en macabros aquelarres el 31 de diciembre de 1899, pudieron contra las oraciones de los escazuceños que habían sido amenazados con catástrofes que sucederían en el preciso instante del cambio de centuria.

Nada sucedió y Escazú siguió su curso. Las antiguas casas de adobes se mantuvieron con sus abundantes hornos de barro, las empinadas montañas no se derrumbaron sobre los pueblos y las carretas pintadas continuaron subiendo y bajando las cuestas, cargadas de caña, maíz o frijoles y repartiendo historias de espantos y aparecidos.

La obra, ubicada en el jardín sur de la iglesia del centro, ha permanecido imbatible al paso del tiempo y hasta el día de hoy conserva su apariencia original.

Por más de un siglo, el monumento ha sido testigo mudo de la transformación de Escazú, y es un vivo testimonio del pasado, que representa la gratitud de un pueblo hacia su Creador.




El kiosco de otra generación

Este es el kiosco que conocieron nuestros abuelos y bisabuelos. Se encontraba ubicado en el lado norte de la plaza (actual parque), casi al frente de lo que hoy es la farmacia San Miguel. Allí se realizaban los famosos recreos en las tardes de domingo y las retretas por las noches, especialmente durante las fiestas cívicas y patronales o en cualquier evento especial. Ambas actividades consistían en conciertos musicales con la banda de Escazú que alegraban el ambiente con sus melodiosas notas. Fue inaugurado el 29 de setiembre de 1923 y demolido 16 años después, en 1939, debido a que presentaba un estado importante de deterioro.




Y nunca más sonó...

El tañido de la campana La Josefa que es “VOX DEI” (la voz de Dios), se escuchó por todo Escazú en los primeros años del siglo pasado, cuando el Pbro. José Zamora la regaló a la parroquia en 1902.

Pero esa campana quedó muda para siempre, cuando alguien, cuya identidad se desconoce, la detuvo bruscamente cuando estaba sonando y se dañó.

La campana, hecha totalmente de hierro, que actualmente adorna el monumento a los héroes escazuceños de 1856, tiene una rajadura, que fue producto del intento que hizo el padre Walter Howell con el propósito de que volviera a sonar.

El 12 de noviembre de 1991, el sacerdote pagó ¢30 000 a un hombre que le aseguró que la arreglaba, que había estudiado en Japón, etc. El acuerdo fue que si la campana sonaba, se le daría otros ¢30 000. Pero nunca sonó.

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